lunes, 17 de julio de 2017


CEID: Posconflicto … ¿mito o realidad?. Por Mónica Andrea Avella Herrera



La imaginación es un bien escaso. Pero no hay nada, absolutamente nada más importante para un país en conflcito que la capacidad de imaginar. La que abre el espacio, que le da paso al cambio[1]

Colombia en el posconflicto … ¿mito o realidad? con el reciente desarme de las FARC que llegó al 100%, parece que podemos despertar y tal vez atrevernos a dilucidar una nueva Colombia. Pero es necesario nutrirse de las lecciones aprendidas y reconocer en ellas un espejo, para no incurrir en las mismas fallas. Es así como es pertinente hacer alusión a la expresión del excomandante militar del Frente Farabundo Martí (FMLN) de El Salvador, Joaquín Villalobos al decir: “ganamos la paz, pero perdimos el posconflicto”, debe impactarnos con fuerza, para trabajar cada día, como si estuviéramos en una contienda para lograr sobrepasar victoriosos la etapa del postconflicto.

Al hablar de posconflicto, es importante tener en cuenta la planeación y rediseño de las instituciones estatales, para adecuarlas a las necesidades de la superación del conflicto. Pero, más importante aún, se hace necesario propugnar por el cambio del imaginario colectivo en que hemos nacido y crecido… ¡ese imaginario desolador de la guerra! De esta manera la contrucción de paz, debe ser vista no simplemente como la implementación de unos planes y unas soluciones por parte de unos bienintencionados tecnócratas, sino como apertura de espacios para recomponer relaciones[2]

A propósito de las reflexiones sobre los conflcitos y las diferencias humanas que nos convierten en un crisol de razas, de ideas y de sentimientos, en Born a Crime de Trevor Noha se nos invita a hacer una importante reflexión en el marco del Apartheid sudafrinado, donde hablar el mismo lenguaje podía representar la diferencia entre ser considerado igual y por ende respetable o diferente y por ende despresiable. Lo más sencillo es siempre intentar conocer a alguien a traves de la propia proyección que tenemos de nosotros mismos en esa otra persona. No obstante, no hay peor error que ese, pues solo se configura una persepción sesgada de la propia concepción de uno mismo en los demás. Así pues, considerar a los otros como iguales unicamente  en la medida en que ellos se expresan como nosotros, actuan como nosotros o piensan como nosotros se traduce en realdiad en un ejercicio de desconocmiento de la humandiad del otro, a quien nos limitamos a encudrar en nuestros propios juicios.

Ahora bien, la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), entre los años 2005 y 2006, tuvo un hondo impacto en la disminución del número y de la tasa de homicidios. Es decir, que a pesar de la impresión en la opinión pública de que la criminalidad en el país se agravó debido a la emergencia de las denominadas “bandas criminales” (Bacrim), esta percepción es falsa. Colombia pasó en estos mismos años de ser la nación con la mayor tasa de homicidios de América Latina a ocupar un sexto lugar (al bajar de 67,3 en el año 2003 a 22,0 en el año 2016) y, desde el punto de vista del número de homicidios está siendo superada hoy y de lejos por Brasil, Venezuela y México[3].  

El asunto, entonces, no es solo implementar programas, sino hacerlo de manera que la participación haga de cada persona un actor y no un espectador de la construcción de la paz[4]. Carl Rogers profesional de los conflcitos, relata el Dr.Paul Lederach, sugiere que las cosas más personales son compartidas universalmente. ¿Podriamos tal vez  atrevernos a decir, que la paz es una de esas cosas personalisimas que compartimos universalmente?

La imaginación moral, es lo que el Dr. Paul Lederach define como: “la capacidad de imaginar algo enraizado en los retos del mundo real pero a la vez capaz de dar a luz aquello que todavía no existe[5]. Es allí entonces, donde nuestra sociedad encuentra su reto colosal. Al aprender a imaginar, aprender a confiar y a creer para moldear lo que tenemos y las herramientas de las que disponemos para llegar a la paz.

Por otro lado, los avances de carácter técnico, para movilizar las estructuras estatales hacia la reconctrucción del tejido social y la edificación de una sociedad en paz, se evidencian de diferentes maneras. Una de ellas, se traduce por ejemplo en el Plan Decenal de justicia (PDJ), que el pasado 9 de junio de 2017, se emitió mediante el decreto número 979 de 2017[6]. Mediante el mencionado decreto, se desarrolla el artículo 108 de la Ley 1753 de 2015, por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo, y el cual dispuso que:

“El PDJ, contendrá, cuando menos, los objetivos del sistema de justicia, el plan de acción interinstitucional para lograrlos, las metas institucionales e interinstitucionales entre otros(…)”.

Una de las dimensiones, que más llama la atención, es aquella referida a la justicia rural, nucleo duro del conflicto y del posconflcito Colombiano. En el diagnóstico de este componnete del PDJ, se tiene que: la problemática de tierras en Colombia se caracteriza por cuatro fenómenos que, en tanto amenaza y vulnerabilidad, generan un alto riesgo que afecta el desarrollo del sector rural, sin mencionar las afectaciones en lo social, cultural y comunitario,: a) el despojo y abandono forzado de tierras; b) la informalidad; c) concentración de la tenencia de la tierra que involucra tanto interés públicos como privados; y d) cultivos ilícitos[7].

En cuanto al despojo y abandono forzado de tierras en Colombia, cabe resaltar que actualmente es nuestro  país, aquel con más desplazados internos en el mundo, según las cifras del Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés), el gobierno y las ONGs estiman que entre 4,9 a 5,5 millones de personas abandonaron sus hogares por causa del conflicto armado.[8]A ello se le suman el acaparamiento y la concentración de tierras por parte de estructuras criminales que amparadas en el testaferrato constituyeron territorios y corredores estratégicos para la producción, procesamiento y tráfico de drogas ilícitas.        

Por otro lado, la informalidad en la propiedad de la tierra consiste en la ausencia de título válido debidamente registrado ante la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos-ORIP y en cuanto a la concentración de tierras: el Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio recientemente concluyó que cerca del 80% de los predios que abarcan menos del 6% del área total pertenecen al 78% de los propietarios.

Ahora bien, el PDJ se encarga de poner de presente unos lineamientos que guiarán la ejecuciòn de las acciones contempladas en el Plan de Acción diseñado para el sector justicia. Así pues, uno de los objetivos de esta dimensión es disponer de la arquitectura institucional y normativa para atender y solucionar los conflictos en materia de garantía y protección de los derechos sobre la tierra y conflictos por el uso del suelo, para lo cual se deberá :

propender por un esquema mixto de resolución de controversias: con fundamento en el principio de colaboración armónica entre las Ramas del Poder Público, se debe establecer un proceso en el cual participen la Rama Ejecutiva y la Rama Judicial ; se debe garantizar la efectiva implementación de un cuerpo especializado mediante el aprovisionamiento de recursos y la implementación de mecanismos que eviten tradicionales fenómenos como el denominado “choque de trenes” entre otras. De igual forma, la implementación de estrategias para la ruralidad, demanda el inminente desarrollo de actividades de justicia itinerante a través de los métodos de resolución de conflictos en la ruralidad colombiana. Para mover la oferta de justicia presente en la cabecera municipal a las veredas y corregimientos más distantes. Estas actividades deberán desarrollarse con un carácter permanente, para garantizar que no solo se recepcionan los casos, también que su debida atención no se obstaculiza por la barrera geográfica de acceso a la justicia”[9]

En conslusión, podemos reconocer los avances de tipo técnico orientados a la superación del conflcito, pero al final, todo esto se traducirá unicamente en esfuerzos de bienintencionados tecnocratas, si no nos disponemos a imaginar y creer con el corazón y la mente en la posibilidad de una auténtica República, una que encuentra estabilidad y que camina hacia el porgreso, impulsada por el que ha de ser el bien primario de todos los pueblos, LA PAZ.





Mónica Andrea Avella Herrera
Abogada de la Universidad del Rosario
Master 1 en Derecho Internacional de la Universidad Paris 1- Panthéon Sorbonne





[1](S) Jaramillo, “La Imaginación Para La Paz”, en Prólogo La Imaginación Moral – El Arte y el Alma De La Construcción de la Paz, (2016):13
[2](S) Jaramillo, “La Imaginación Para La Paz”, en Prólogo La Imaginación Moral – El Arte y el Alma De La Construcción de la Paz, (2016):15
[3]Tras la dejación de armas de las FARC, ¿qué sigue?. Semana Online (2016) Disponible en:http://www.semana.com/nacion/articulo/eduardo-pizarro-leongomez-habla-de-la-dejacion-de-armas-de-las-farc/530212
[4](S) Jaramillo, “La Imaginación Para La Paz”, en Prólogo La Imaginación Moral – El Arte y el Alma De La Construcción de la Paz, (2016): 15
[5](JP) Lederach, La Imaginación Moral – El Arte y el Alma De La Construcción de la Paz, 21, Bogotá: Nomos impresores, 2016 :16
[6]Por el cual se adiciona el Capítulo 13 al Título 3 de la Parte 2 del Libro 2 del Decreto 1069 de 2015, Decreto Único Reglamentario del Sector Justicia.
[7]Plan Decenal de Justicia (2017-2027), P, 491.
[8]Según las cifras reveladas  el pasado 29 de abril en Suiza por Kate Halff, directora del IDMC, cerca de 230.000 personas huyeron el año pasado de sus hogares a causa de la violencia en Colombia. Consideró además que una solución a esa problemática sólo se alcanzará ¨cuando los gobiernos y la comunidad internacional reconozcan que las personas forzadas a abandonar sus hogares no sólo merecen una respuesta humanitaria, sino también el compromiso de una solución duradera¨. http://www.eltiempo.com/justicia/colombia-con-ms-desplazados-en-el-mundo_12768564-4
[9]Plan Decenal de Justicia (2017-2027), P, 497- 501

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